Terapeuta (T): …ahora escoge un árbol, uno que te llame la atención…
Paciente (P): ya lo veo, es grande, con el tronco muy torcido, le noto los surcos…, es frondoso, y da muy buena sombra. Me inquieta lo torcido que está porque se ve muy pesado, se podría romper…
T: que sientes cuando lo ves así torcido?
P: nada, no es mi culpa,… aunque siento pesar.
T: ahora bien, presta atención porque ahora el árbol te va a sujetar (le doy unos segundos), qué sientes ahora que el árbol te sujeta?
P: …estoy feliz, me siento protegida, pero… me raya los brazos… me lastima, es incómodo, no sé cómo salir de ahí…
T: ahora el árbol te va a soltar y le darás la espalda y él se transformará en alguien que tú conoces. Quién es?
P: es el papá de mis hijos
T: quisieras hacer algo, para que cuando el árbol esté muy cerca, tu no salgas lastimada?
P: si…
P: me pongo una chaqueta, ahora me abraza y me siento mejor.
Realizar este tipo de experiencias, le permite al paciente, conectarse de una forma más profunda e integrada con sus emociones, incluso aquellas que ha guardado y se niega a aceptar; y así sea de una forma simbólica, también empezar a considerar soluciones. Cuando la Paciente regresa a la siguiente sesión, se retoma el contenido simbólico y se analiza con ella, a la luz de su realidad. Trabajar en este tipo de escenarios mentales le transmitirá al paciente tranquilidad para abordar un tema que le cuesta reconocer y además le permite irse acostumbrando a moverse y actuar dentro de las imágenes que viven en su mundo creativo. Para posteriormente abordar sus memorias que generaron las actuales emociones.
*con aprobación de publicación de este fragmento por parte de la Paciente. Sus nombres y algunos detalles de su historia han sido modificados, con el fin de mantener su anonimato.